Con el verano llegando casi a su final y miles de pendientes no he podido encontrar tiempo para visitar mi querida cocina, sin embargo, he tenido muchas experiencias gastronómicas emocionantes e incluso algunas sorpresas.
En esta ocasión quiero dedicarle el post a los montones de comida griega que A. y yo nos hemos zampado durante nuestro reciente viaje a ese país.
Grecia nos ha parecido fascinante y si tuviera que definirla con una palabra diría que Grecia es antigua con todo lo que esta palabra implica, según el diccionario de la Real Academia Española: que existió o sucedió en tiempo remoto, veterana, experimentada.
Así me ha parecido Grecia, ha sido llegar a la ciudad, escuchar a la gente hablar griego y sentir que estaba en una de esas películas que sucedieron hace mucho tiempo o en donde alguien investiga algunos escritos o vestigios encontrados en un idioma antiquísimo.
Pisar Atenas es pisar la cuna de la civilización y es entender un poco quiénes somos y por qué somos cómo somos y darse cuenta de que no hemos cambiado mucho a pesar de los miles de años que han pasado. Y como siempre en estos viajes hay espacio para la comida, que también es parte importante de los pueblos y las culturas.
Grecia y en particular Atenas desprende un delicioso aroma a carne al carbón especiada generosamente con ajo, orégano, albahaca, cebolla, paprika y no sé cuántas otras especias y nada más caminar por sus callejuelas se puede ver el delicioso pan pita y el famoso tzatziki –yogur con pepinos, ajo en polvo, eneldo, vinagre y aceite de oliva—con los que se acompañan estas deliciosas carnes.
Pero aunque esto es lo que más se conoce de la gastronomía griega o al menos lo que A. y yo conocíamos, este viaje nos ha permitido descubrir la inmensa variedad de platillos que preparan. Dependiendo de la zona habrá pescado, cordero, pollo, cerdo y siempre montones de verduras aderezadas de diferentes formas acompañando el plato principal.
Mención aparte merecen los populares mezze (entremeses) que se sirven al inicio de la comida y que son tan variados como los tomates y pimientos rellenos de arroz, las hojas de repollo rellenas de carne de cordero y bechamel, la spanakopita (empanada de espinacas en pasta filo) la tirikopita (empanada de queso feta en pasta filo y mi favorita), el bureki (queso frito) y como ya mencioné una gran variedad más.
Si ha llegado la hora del postre es momento de gozar los miles de dulces griegos hechos con pasta filo rellenos de frutos secos y sumergidos en un jarabe --que para mi sorpresa resultó menos dulce de lo que imaginaba—que hacen la delicia de los golosos. Por cierto, es recomendable probar el auténtico yogur griego con algunas pasas, nueces y miel. Es de primera.
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