martes, 11 de mayo de 2010

Tartas saladas: 1) clafoutis de tomates cherry; 2) tatin de cebolla morada; y 3) hojaldrada con tomates rostizados.

Hace tiempo adquirí unos libros de una colección editada por Parragon. La colección está formada por libros de bolsillo, en los que se recopilan recetas representativas de diferentes países. Tengo 4 y entre ellos el de cocina francesa al que había estado dando vueltas y vueltas sin decidirme a realizar alguna de sus recetas.

Después de un tiempo, debido a una visita importante, me animé a probar una de las recetas más sencillas. Consiste básicamente en comprar un buen queso (vacherin), prepararlo con ajo y vino para después introducirlo en el horno y obtener una especie de fondue.

Después de los resultados favorables en el primer intento, me decidí a probar algunos entrantes y en particular las tartas saladas. Generalmente al escuchar tartas pensamos en algo dulce, pero existen muchas variedades saladas que pueden resultar interesantes y servir como un buen comienzo a una comida estupenda.

Elegí dos del libro de cocina e improvisé una más. La primera fue un clafoutis. Su vertiente más conocida es dulce (algunos diccionarios traducen clafoutis como pastel de cereza) pero en realidad se puede realizar con otras frutas y también salado. Hice el nuestro, de tomatitos cherry con queso gruyer y perejil. Fue una agradable sorpresa pues el dulzor de los tomates combinado con la masa fina---elaborada a base de harina, huevo, leche y crème fraîche---y el sabor de avellana aportado por el gruyer le dieron mucho carácter.






La siguiente fue una tarta tatin de cebolla morada. Esta era por mucho la que más me intrigaba y resultó mi favorita. Para empezar es la primera tatin que horneo en mi vida y aunque su elaboración es de verdad muy sencilla, siempre la primera vez uno tiene temor de cómo saldrá el experimento.

Lo primero que hay que hacer es caramelizar la cebolla morada con azúcar en un molde que pueda ir al horno; luego se agregan vinagre, sal y tomillo fresco a la mezcla; y finalmente, se cubre todo con la masa de hojaldre. Una delicia al paladar y a la vista.


Al principio, temí que no se pegara la masa a la cebolla pero fue muy fácil, bastó con dejarla reposar unos 10 minutos después de salida del horno y listo. Acidez, dulzor y aroma, perfectamente balanceados y un color morado intenso de muerte.


La tercera tarta (la improvisada) tenía una mezcla de queso de cabra fresco español, huevo y pimienta a forma de relleno; encima llevaba orégano y tomatitos tigre rostizados; y todo sobre masa hojaldrada.

Los tomatitos tigre son muy sabrosos y bellos con ese colorcillo rojo intenso. La combinación de estos con el orégano es un clásico con el cual no se puede fallar. En este caso pudimos conseguir orégano fresco que es muy aromático y tiene un sabor mucho más intenso. Vale la pena intentar conseguir orégano fresco, hace una gran diferencia.



En esta tercera tarta, tengo que reconocer un gran fallo. Resulta que al barnizar las tartas con huevo y colocar el relleno en el centro, las cantidades fueron demasiadas, por lo que el hojaldre no pudo subir. Lo anterior llevó a un fallo mayor, pues al estar esperando que subiera el mentado hojaldre las tartitas se quemaron un poco por debajo, afectando el sabor final.






Tendré que repetirlas, pues se ven prometedoras y tengo que lograr que el hojaldre se infle más en las orillas y se hunda en el centro para que tengan más forma de tarta que de pizza. Si hay alguien ahí que sepa cómo hacerlo, ¡¡¡ayuda!!!
Antes de irme quiero felicitar a todas las madres por su día---el día de las madres se celebra en fechas distintas en España, México y Estados Unidos aunque siempre en mayo---, espero que reciban mucho cariño. En particular, quiero felicitar a dos de ellas: Maru un beso y muchos cariños para ti. A mi mami: te quiero mucho y espero ansiosa el verano para verte. ¡Feliz día!

1 comentarios:

Uca dijo...

Ummmm que rico debia de estar!

Publicar un comentario